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Una crisis del hambre sin precedentes

Casi 50 millones de personas corren el riesgo de morir de hambre, entre ellos 8 millones de niños y niñas corren el riesgo de morir en algunos de los 15 países más afectados por crisis alimentaria.  Es por ello que el pasado septiembre, el Comité de Emergencia se activó para conseguir fondos para apoyar a la población que sufre las graves consecuencias de una crisis de hambre sin precedentes. 

Cambio climático y hambre

La crisis climática es una de las tres causas del hambre. El Cuerno de África está sufriendo la peor sequía en más de 30 años, tras tres temporadas consecutivas de escasez de lluvias; por su parte, las fuertes inundaciones destruyen hogares y suman más presión a las comunidades de pastores y horticultores. Esto ha llevado a muchas familias a tomar medidas desesperadas para sobrevivir y miles de personas ya han abandonado sus hogares en busca de alimento, agua y pastos. La figura del ‘refugiado climático’ es ya predominante en el mundo de la migración, por ejemplo en Somalilandia donde la situación es muy extrema.

El hambre aumenta a nivel mundial durante la pandemia de la COVID-19

La crisis de la COVID-19 también llegó a África, pero no así las vacunas tan necesarias para prevenir y frenar la expansión de la enfermedad. Y es que la pandemia agudizó aún más la precariedad en la que viven las regiones más pobres; además, las restricciones impuestas para contener la enfermedad complicaron el acceso a alimentos de millones de personas que viven al día en África. 

Por otra parte, la pandemia de la COVID-19 paralizó el mercado y el transporte de mercancías, afectando al precio y frecuencia de envío de productos. El envío de suministros por parte de las ONG y de las Naciones Unidas a través del Programa Mundial de Alimentos son más espaciados en el tiempo, la cantidad que reciben los países en crisis se ha reducido y, además, el valor económico es menor. La pandemia ha encarecido el precio de los alimentos a su nivel más alto en una década y las familias no tienen recursos para llenar su cesta de la compra.  

«El impacto de la COVID-19 hizo que los gobiernos donantes redujeron la financiación de la ayuda alimentaria para las personas más pobres del mundo. Y esa ayuda alimentaria tan básica podría recortarse aún más si la comunidad internacional no actúa ahora», añade Amanda Rives.

Guerras, ¿cómo influyen en el hambre?

Los conflictos armados han obligado a desplazar a miles de personas que huyen de las balas pero que, ahora, también temen morir de hambre. El conflicto en Ucrania ha disparado, además, los precios mundiales de los alimentos, ya que un tercio del suministro de trigo procede de Ucrania y Rusia. Países como Líbano, Somalia, Etiopía y Sudán, con una población ya muy castigada por guerras, sequías y hambrunas, se encuentran entre los más dependientes de sus importaciones.

«El conflicto en Ucrania provocó un repunte en el precio global del trigo, hasta su nivel más alto desde 2008. El trigo es un producto esencial, que se suministra a aquellos que experimentan o corren el riesgo de morir de hambre», afirma Amanda Rives, directora senior de Gestión de Desastres y Desarrollo de Recursos de World Vision.

“Hay países que importan hasta el 90% de su trigo de Ucrania y Rusia”, añade Franc Cortada, director general de Oxfam Intermón. La crisis en Ucrania está teniendo nuevas y catastróficas consecuencias para Siria, Yemen o África Oriental. En esta última región, la escasez y la escalada de precios se suman a la peor sequía en 40 años.

El director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU, David Beasley, declaró que el conflicto podría inhibir la capacidad de la organización para llegar a los 120 millones de personas más vulnerables del mundo.

Algunos gobiernos contemplan desviar los fondos de ayuda destinados a otras crisis para pagar la asistencia a la población de Ucrania”, explica por su parte Franc Cortada. “Rechazamos que haya que elegir entre ayudar a una persona refugiada de Ucrania o a una agricultora somalí hambrienta”.

El hambre en la Guerra de Ucrania

Tras dos años de conflictola asistencia humanitaria sigue siendo vital en 2024unos 14,6 millones de personas necesitarán ayuda y protección durante este año según OCHA (Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU). En el este y el sur de Ucrania, cerca de la línea del frente, donde los bombardeos y los ataques selectivos a la infraestructura se han convertido en parte de la vida diaria, las necesidades son todavía más acuciantes; millones de civiles luchan todos los días por tener un acceso adecuado al agua, alimentos, salud, vivienda, protección y otros servicios y suministros esenciales.

Gaza, al borde de la declaración de hambruna

Las cifras de esta crisis humanitaria en Gaza son alarmantes, según la OCHA (la Oficina para la Coordinación de Ayuda Humanitaria de Naciones Unidas) más de 7.000 personas han muerto, hay más de 18.000 heridos, 625.000 niños no tienen escuelas, 50.000 mujeres embarazadas no tienen acceso a servicios básicos, cerca de un millón y medio de personas se han desplazado internamente en Gaza y la OMS denuncia el ataque a 62 instalaciones sanitarias. Los niños representan el 47% de la población de Gaza y se están viendo desproporcionadamente afectados por el colapso de los servicios sanitarios y la falta de alimentos y agua potable.

Según el Cluster de Agua y Saneamiento de la ONU, en estos momentos sólo hay tres litros de agua al día por persona disponibles en Gaza. La Organización Mundial de la Salud alerta que una persona necesita entre 50 y 100 litros de agua al día para satisfacer sus necesidades básicas de salud. Oxfam Intermón alerta de que las cinco plantas de tratamiento de aguas residuales de Gaza y la mayoría de sus 65 estaciones de bombeo se han visto obligadas a cerrar. Actualmente, se vierten aguas residuales sin tratar al mar y, en algunas zonas, los residuos sólidos se acumulan en las calles. El agua potable prácticamente se ha agotado y, frente a esta situación, muchas personas se ven obligadas a beber agua salada de los pozos de las granjas.  Según la OCHA ya se han detectado casos de varicela, sarna, diarrea, deshidratación e infecciones respiratorias causadas por las malas condiciones higiénicas y el consumo de agua de fuentes insalubres. Por ello, son muchas las organizaciones que pertenecen al Comité de Emergencia que centran su ayuda en el abastecimiento de agua, alimentos y kits de higiene, con jabón, champú, toallas sanitarias y pasta de dientes.

Soluciones para el hambre en el mundo

Frente a esta situación, las 6 ONG que forman parte del Comité de Emergencia –Aldeas Infantiles SOS, Educo, Médicos del Mundo, Oxfam Intermón, Plan International y World Vision– canalizan conjuntamente la ayuda de todas aquellas personas dispuestas a contribuir para paliar la situación de las víctimas por esta crisis alimentaria. Además, alertan de la necesidad de liderazgo internacional y voluntad política para impulsar una respuesta inmediata y abordar las causas profundas del hambre, ofreciendo soluciones sostenibles, colaborativas e impulsadas localmente. 

Los equipos de Médicos del Mundo trabajan contra el hambre y la desnutrición, desde el Noreste de Siria, o Haití y Centroamérica, hasta la región del Sahel, en Burkina Faso y Mauritania, mediante el fortalecimiento de las capacidades del personal sanitario para detectar, tratar y derivar los casos de desnutrición en niños y niñas menores de cinco años, así como para gestionar la desnutrición aguda en los centros nutricionales, que también proveen de equipo y material médico, además de brindar atención médica ambulatoria a los casos de desnutrición aguda infantil con complicaciones que padecen patologías agudas y fortalecer la capacidad de los actores comunitarios, incluidas las madres, para identificar y derivar a los niños desnutridos.

Por su parte, la respuesta mundial al hambre de World Vision se dirige a 22 millones de personas en 26 países de máxima preocupación, especialmente, África Oriental, Occidental y Oriente Medio. El objetivo es dotar a las familias y comunidades de soluciones a largo plazo que mejoran la resiliencia y generar opciones cuando las cosechas fallan y el agua escasea. Los equipos trabajan en proyectos como cultivos resistentes a la sequía, ayuda en efectivo que estimule la economía local, formación para poner en marcha nuevos negocios, desarrollo de resiliencia desde el enfoque generacional formando a los niños y niñas a que estén preparados para los desafíos y oportunidades del futuro, etc…

Oxfam Intermón trabaja junto a personas especialmente golpeadas por la crisis alimentaria mediante programas que integran agua, saneamiento y alimentos, siempre en alianza con organizaciones de los países afectados. En paralelo, tiene programas de formación agrícola o construcción de infraestructuras como invernaderos o sistemas de riego para fortalecer la resiliencia de las personas afectadas por la sequía. Tan sólo en África Oriental, la ONG ha apoyado en el último año a 1,2 millones de personas con su respuesta a la crisis alimentaria, y trabaja también en Siria, Yemen, Sahel y otras regiones gravemente afectadas por el hambre. Al mismo tiempo, defiende cambios estructurales que defiendan la pequeña agricultura y ganadería en un mercado dominado por los gigantes de la industria agroalimentaria. 

Los equipos de Educo, como miembros de la Alianza ChildFund, trabajan en la región del Sahel, en países como Malí, Burkina Faso y Níger, para mejorar las condiciones de vida de la infancia y garantizar tanto su derecho a la alimentación como a la educación. Gracias al acceso a comedores escolares garantizan la alimentación de los estudiantes de familias con pocos recursos y se han puesto en marcha huertos comunitarios y escolares para combatir la desnutrición.

Por su parte, los Programas de Respuesta a Emergencias de Aldeas Infantiles SOS en el Cuerno de África (Somalia, Somalilandia, Etiopía y Kenia) y el Sahel (República Centroafricana, Chad y Níger) constan de estrategias inmediatas y a medio y largo plazo. Entre las primeras, la organización prioriza las intervenciones vitales destinadas a satisfacer las necesidades básicas de niños, niñas, adolescentes y sus familias, mientras que a medio y largo plazo apoya a estas últimas y a las comunidades para que se adapten al cambio climático y sean más resistentes.  La falta de alimentos, en ocasiones, puede empujar a la mendicidad y la explotación sexual. Por ello, su trabajo de protección, cuidado alternativo y fortalecimiento familiar es clave en las comunidades afectadas por el hambre. De junio de 2023 a mayo de 2025, Aldeas ampliará su respuesta de emergencia en los países citados y la extenderá a Sudán, Benin, Burkina Faso y Togo.

Plan International, que cuenta con 28 proyectos en colaboración con el Programa Mundial de Alimentos en 14 países, alerta sobre el aumento del impacto del hambre en la vida de las niñas y mujeres jóvenes de todo el mundo, especialmente en mujeres embarazadas. Las complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto son ya la principal causa de muerte de las chicas de entre 15 y 19 años a nivel global y la desnutrición aumenta el riesgo de aborto o de muerte durante el parto. Además, en algunas comunidades del Cuerno de África, el matrimonio infantil va en aumento: las familias casan a las niñas, conocidas como “novias de la sequía”, para aliviar la presión sobre los escasos ingresos y obtener el dinero de la dote para comida y otros gastos.

 

 

 

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